El alto clero de Hermosillo mueve sus influencias para conseguir favores en la terrenal y desprestigiada política. En selectos círculos sociales trasciende que las actuales autoridades estatales preparan dar carpetazo a un acto de corrupción registrado en el pasado sexenio a petición de la Iglesia.

2017
Bisturí. Hasta el clero está metido en negocios de la política
     

El alto clero de Hermosillo mueve sus influencias para conseguir favores en la terrenal y desprestigiada política. En selectos círculos sociales trasciende que las actuales autoridades estatales preparan dar carpetazo a un acto de corrupción registrado en el pasado sexenio a petición de la Iglesia.

Resulta que en el gobierno de Guillermo Padrés se realizaron obras de continuación y ampliación del bulevar Las Quintas y otras calles que desembocan en los sectores residenciales Tulipanes y Solei, donde la firma fuerte es la de Vladimir Barboza, en ese tiempo Subsecretario de Vivienda de la SIDUR.

Obviamente este ingeniero utilizó su puesto para beneficiarse, pero el cerebro de toda la operación fue el arquitecto Fernando Langrave, con amplia experiencia en estas lides, ya que levantó el famoso reloj del ex alcalde Gastón González, fue director de Obras Públicas en el Ayuntamiento de Hermosillo y ha sido por años el experto en desarrollo urbano de la ciudad. Por él pasan proyectos de grandes tiendas, gasolineras, etc,etc.

Fue, de igual forma, el que hizo el proyecto del Camino del Seri. Para ello adquirió muchas propiedades a bajo costo que después multiplicaron su valor, gracias a las obras que ellos mismos hacían.

Langrave está conectado a los hermanos Búrquez Valenzuela, que siempre han estado en estos asuntos de urbanización. Hoy Pancho Búrquez preside la mesa de Desarrollo Urbano en la Cámara de Senadores.

Así, los Búrquez y Fernando Langrave utilizan para sus negocios a un miembro del Opus Dei, de nombre Juventino Quintana, actual director de Obras de la SIDUR desde el sexenio pasado. Al puesto llegó por la venia de los hermanos Búrquez y de Langrave, así como del mismísimo ex arzobispo Ulises Macías.

El sexenio pasado estos personajes, Langrave, Juventino y Vladimir, hicieron un gran negocio con las obras viales que llegaron a Residencial Tulipanes y Solei. Se hicieron de grandes terrenos, contrataron y supervisaron ellos mismos las obras. Total, ganaron muchos millones de pesos. Y, claro, repartieron.

La Iglesia tuvo su dosis de participación en este entramado político-religioso, vía un hermano sacerdote de Langrave, que utilizó a Ulises y al alto clero para pedir al nuevo gobierno de Claudia Pavlovich que Juventino se quedara en el puesto para cuidar sus intereses.

A su vez, el nuevo secretario de SIDUR, Ricardo Martínez Terrazas, nada hizo para cambiar a Juventino. Y allí está, cuidando los intereses de sus benefactores.

Mientras, la investigación se realiza en estos asuntos de corrupción de servidores públicos y ex funcionarios, que hicieron grandes negocios con recursos federales y estatales. Pero todo hace suponer que al caso le darán carpetazo.

Y las preguntas surgen en forma natural:

¿Qué dirán al respecto la gobernadora, el procurador, el fiscal anticorrupción, el contralor y el nuevo arzobispo de Hermosillo?

¿Seguirán mandando en la SIDUR los hermanos Búrquez y Fernando Langrave, así como Ricardo Mazón, vía Luis Fernando Heras?

¿Qué pasa en Sonora que hasta el clero está metido en negocios que florecen a la sombra del poder político?