Se va a hacer o no se va a hacer, la carnita asada?”, es la frase con la que Francisco Efraín Romero Chaires, conocido entre sus amigos como “Franciskini”, saltó a la fama.

2017
Trágica historia de Franciskini, el de la “carnita asada”
     

Se va a hacer o no se va a hacer, la carnita asada?”, es la frase con la que Francisco Efraín Romero Chaires, conocido entre sus amigos como “Franciskini”, saltó a la fama.

Hemos visto decenas de videos, memes y hasta cumbias donde todos se hacen esta famosa pregunta.

Pero, detrás de las risas y diversión se esconde una vida de carencias y burlas de quienes le toman videos a Franciskini.

El hombre de 39 años nació en Hermosillo, Sonora y se creció en el barrio de la Hacienda de la Flor. Vive con su madre y sus hermanas en una humilde casa a las faldas del Cerro de la Campana, emblemático en esta ciudad.

Cuando tenía 9 años de edad sufrió un grave accidente: lo atropellaron cerca de su casa.

“A los 9 años me atropellaron ahí cerca de mi casa, en el bulevar, me fue muy mal, pero ya estoy bien, no me hace falta nada y soy muy feliz y agradecido”, comentó a un programa de radio de la capital sonorense.

Después del incidente, Franciskini nunca fue el mismo; quedó afectado de sus facultades mentales.

Por su condición, hay quienes se aprovechan de él y lo graban sin su consentimiento. Le dan a beber cerveza e incluso hay un video donde le dan cocaína y se burlan de él.

A través de la página en Facebook “Franchiskini oficial ¿sheva a asher o no sheva a asher la carnita asada?” llaman a no abusar de él, ya que también sufre de convulsiones.

“A todas las personas que se acercan a Francisco Efraín Romero Chaires alias el Franciskini para darles drogas y grabarlo, sepan que están incurriendo en un delito ya que es una persona discapacitada y no se vale por sí mismo”, resalta una publicación.

También fue invitado como ´atracción´ a un evento del Partido Acción Nacional (PAN) el pasado fin de semana, por lo que en la página de Facebook pide que no lo expongan a eventos masivos por la epilepsia que padece.

Marlene Valero/La Silla Rota