Las grandes reformas que ha vivido el PRI a lo largo de su historia se aplicaron en medio de crisis. Hoy el viejo partido de Estado está sumido en una crisis, pero aún no se vislumbra si ya se planifica la cuarta etapa del Partido Revolucionario Institucional.

2018
Bisturí. Un PRI a la sonorense
     

Las grandes reformas que ha vivido el PRI a lo largo de su historia se aplicaron en medio de crisis. Hoy el viejo partido de Estado está sumido en una crisis, pero aún no se vislumbra si ya se planifica la cuarta etapa del Partido Revolucionario Institucional. En este escenario debemos recordar que la “crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y cuando lo nuevo no acaba de nacer”.

Así está el PRI de Enrique Peña Nieto y José Antonio Meade.

Y si no proceden en consecuencia serán rebasados por la militancia y población apartidista que valora y cuida su voto.

Desde el fracaso de Roberto Madrazo no se veía a un PRI tan débil y dividido a nivel nacional.

¿Pero en sus actuales condiciones el PRI se atrevería a organizar su cuarta reforma?

Suponemos que dependería de los resultados en la campaña presidencial.

Si al final Meade queda en un tercer lugar, como la posición que hoy ocupa, podrían venir cambios profundos. Una maquilladita no sería suficiente.

Pero antes deberían escoger liderazgos ya sin la influencia presidencial.

Y un gran líder que tome las riendas del partido

Que sea interlocutor con el nuevo poder presidencial.

Por ello los cambios deben ser inminentes.

El alcance es lo que estaría por verse.

Podriamos ser testigos de la cuarta gran reforma.

O que el poder quede distribuido en los estados, sobre todo en los gobernados por el PRI.

Indudablemente sería interesante experimentar ese proyecto reformador en la tierra del fundador del PRI, heredero del PNR de 1929, que impulsó la pacificación del país.

La reforma, si viene, no debe enmarcarse en los documentos básicos, declaración de principios y programas de acción. Nada de bla, bla, bla.

A como está la situación se requieren de cambios profundos, de raíz, que los sienta la mayoría de una escéptica población apartidista. Claro, el PRI siempre se ha distinguido por su capacidad de reinventarse en las derrotas. Pero debe cambiar su lenguaje, símbolos y formas de interpretar y hacer política.

Claro, se puede hacer un PRI a la sonorense.