Una serie de negligencias médicas en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado de Puebla (ISSSTEP) culminó en la muerte de «Pedro», un policía estatal, quien pasó sus últimas horas agonizando en una silla sin recibir la atención adecuada.
Su caso se suma al de al menos 17 pacientes que ingresaron a ese hospital por afecciones en rodillas y tobillos y contrajeron una bacteria intrahospitalaria. El hombre acudió por una lesión en la rodilla y terminó con daños en hígado, riñones y corazón.
“María”, viuda del agente de 41 años, denuncia que su esposo fue víctima de múltiples fallas en su tratamiento, lo que derivó en una infección hospitalaria que, tras más de un año de complicaciones, terminó por arrebatarle la vida el pasado 4 de marzo. «Fue una negligencia total. Mataron a mi esposo y destruyeron a una familia, dejando a dos niños de tres años sin su padre», lamentó ante el periodista Manu Ureste.
El caso comenzó en febrero de 2023, cuando “Pedro” sufrió una lesión en el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda y fue operado por el ortopedista José Alejandro R. en el ISSSTEP.
Tras la cirugía, fue dado de alta sin advertencias sobre posibles complicaciones. En octubre de 2023, “Pedro” tuvo que ser intervenido nuevamente. Sin embargo, los síntomas persistieron y su situación empeoró en diciembre, cuando sufrió una hemorragia severa en la rodilla.
Con el paso del tiempo, “Pedro” y su esposa conocieron más casos similares; se organizaron y denunciaron. El hospital realizó estudios y confirmó la presencia de una bacteria adquirida en quirófano debido a materiales contaminados.
El ISSSTEP reconoció que desde septiembre de 2023 existía un reporte del área de Traumatología y Ortopedia alertando sobre irregularidades en la esterilización de equipo médico, pero no informó sobre medidas correctivas.
“Pedro” fue sometido a una nueva cirugía y se le recetaron antibóticos, incluyendo Levofloxacino. Sin embargo, el tratamiento se extendió por más de 40 días, lo que generó preocupación entre algunos médicos del hospital, quienes alertaron sobre posibles daños en órganos internos. A pesar de los efectos adversos, Pedro continuó el tratamiento con la esperanza de recuperarse ya que comenzaba a ver que la herida de la rodilla por fin comenzaba a sanar.
El 3 de marzo, “Pedro” salió de casa para su consulta en el ISSSTEP. Horas después, llamó a su esposa desorientado, incapaz de manejar y con vómitos oscuros. Intentó ingresar a Urgencias, pero los vigilantes se lo impidieron bajo el argumento de que «parecía alcoholizado».
Cuando María finalmente lo encontró, “Pedro” estaba desmayado sobre el volante de su automóvil. Logró ingresarlo al hospital, pero fue abandonado en una silla de la sala de espera por más de una hora sin recibir atención.
Cuando finalmente un médico lo revisó, detectó niveles elevados de azúcar en sangre y le suministró insulina. En ese momento, “Pedro” ya balbuceaba «ayuda, por favor, ayuda». Minutos después, sufrió una crisis, convulsionó y entró en paro cardíaco. Aunque lograron reanimarlo, falleció a la mañana siguiente.
El ISSSTEP informó que la causa del fallecimiento fue «acidosis orgánica con perfil toxicológico positivo», sin especificar si esto derivó del tratamiento antibiótico prolongado, una intoxicación sanguínea o alguna otra condición.