Lupita Villalobos, del pódcast de ‘Las Alucines’, contó que confundió la casa de un vecino con un cibercafé sin que nadie la sacara de error

2024-07-17
Joven hermosillense confundió la casa del vecino con un cibercafé e hizo la tarea ahí por un año
     

Lupita Villalobos, conductora del pódcast Las Alucines, contó que confundió la casa del vecino con un cibercafé. La influencer acudió por meses a usar su computadora sin que nadie le explicara que no era un negocio.

Confundió una casa con un cibercafé
En un reciente episodio de su pódcast, la influencer originaria de Hermosillo contó que en la secundaria no tenía una computadora para hacer sus tareas. Por ello, buscó un cibercafé cercano donde acceder a Internet.

Así comenzó una enorme confusión que se prolongaría por meses:

Estaba un vecino que siempre tenía la puerta abierta y luego luego estaba una computadora. Entonces yo cuando me quedaba con mi abuelita y tenía que hacer tarea yo me iba con el vecino.

No es que la joven se llevara con los vecinos y estos le prestaran una computadora. Simplemente, Lupita Villalobos se metía a la cochera y se sentaba a trabajar, como si fuese un negocio real y no la casa de los vecinos.

Había como dos computadoras. Un vato así en la compu y luego otra computadora así en la entrada. Y yo entraba, estaba abierto, y me ponía en la compu a hacer tarea.

Nadie le dijo que se metía a una casa a hacer la tarea

La estudiante incluso pagaba a su vecino por el tiempo que usaba la computadora, sin que nadie la corrigiera. Ella hacía su tarea, imprimía y pagaba:

Y como antes la hora era diez pesos en el Internet. Terminaba, hacía la tarea y todo y de que ‘listo, aquí está’ [el dinero]. Y el vato: ‘ah, ok, gracias’.

No sin vergüenza, Lupita Villalobos admitió que todo había sido un error suyo que se prolongó demasiado tiempo:

Así estuvo por meses y no era cibercafé. Era la casa de un vecino.

Según contó, una vecina le explicó a su abuela que Lupita Villalobos se metía por las tardes a la casa del vecino, sin que fuese un cibercafé. Finalmente, la confusión terminó con una disculpa por parte de la abuela hacia la familia, que nunca recriminó a la joven que se metiera a usar la computadora.

Yo estuve ahí meses, meses yendo a diario a la casa del vecino.