En la Contraloría estatal hay una casta privilegiada de auditores que gozan de prebendas fuera del alcance de la burocracia normal. Ellos tienen un nivel 11 pero con prestaciones adicionales, compensaciones y otros incentivos, sus sueldos oscilan entre los niveles 12 y 13. Estos auditores están diseminados por todas las dependencias y organismos, a los que se les cargan sus elevadas percepciones. Pero el contralor es su jefe.

2017
SonoraPresente. Murillo y sus balas de salva
     

Bisturí.

En la Contraloría estatal hay una casta privilegiada de auditores que gozan de prebendas fuera del alcance de la burocracia normal. Ellos tienen un nivel 11 pero con prestaciones adicionales, compensaciones y otros incentivos, sus sueldos oscilan entre los niveles 12 y 13. Estos auditores están diseminados por todas las dependencias y organismos, a los que se les cargan sus elevadas percepciones. Pero el contralor es su jefe.

Este asunto, a primera vista desigual, al parecer ya fue nivelado. Contraloría tendría a su cargo pagar a estos auditores.

La medida no está plenamente confirmada, pero al parecer hizo estallar en cólera al contralor, Miguel Angel Murillo.

Estos auditores, además, cuentan con otras prestaciones para adquisición de casas, autos, etc. Mejor que en cualquier dependencia.

¿Por qué no paga Contraloría a sus auditores?

Simple, porque desaparecerían todas las prebendas que hoy gozan.

La historia: En toda dependencia, organismo o instituto de gobierno, Contraloría tiene un auditor que se supone vigila el buen uso de los recursos presupuestales. Estos auditores, desde los tiempos de Armando López Nogales, dependen presupuestalmente de las dependencias y organismos a los que fueron asignados.

Pero, como ya dijimos, su jefe es el Contralor.

¿Son los mismos tiempos del gobierno de López Nogales?

Obviamente no.

Hoy se sufre para que en los jaloneos de la cobija presupuestal no queden partes al descubierto.

Y la existencia de esta casta privilegiada de auditores resulta insultante, tanto para la burocracia como para la población en general.

Dicen que en su reciente visita a Sonora, la Secretaria de la Función Pública, Arely Gómez, fue enterada por Murillo de este caso de los auditores, supuestamente porque afectaría a la SFP.

Arely, enterada.

Claudia, no.

¿Cómo?

¿Por qué?

Bueno, esas mismas voces dicen que la gobernadora no está enterada de este asunto que mantiene furioso a Murillo.

Hasta cierto punto “El Ronco” tendría su razón política para hacer valer su derecho a seguir contando con información valiosa proporcionada por sus auditores, sin que le cueste. Pero si quiere seguir con esta red de informantes, que pague Contraloría, no las dependencias vigiladas.

Paralelamente, cabe la posibilidad de que Murillo busque un posicionamiento para emigrar a otra dependencia, porque en Contraloría, dicen, nomás no le hacen caso. Al parecer el contralor se alborotó para pelear por la Secretaría de Gobierno, la plaza más codicia.

Bueno, esta telenovela tendrá un final en breve.

Por lo que representa, no se pueden extender los capítulos.

Es un asunto que se debe resolver, ya.

¿El Maloro enfermo?

Llega un reporte alarmante: El alcalde hermosillense Maloro Acosta estaría en tratamiento contra un padecimiento muy delicado.

El presidente municipal o sus voceros deberían informar al respecto, para confirmar o desmentir esta versión.

La ciudadanía hermosillense tiene derecho a saber el estado de salud que guarda su gobernante.

A manera de contexto debemos recordar que el pasado 26 de octubre, la Dirección de Comunicación Social del Ayuntamiento de Hermosillo informó que El Maloro había sido intervenido quirúrgicamente para retirarle un quiste en la zona inguinal.

De acuerdo al comunicado de esa fecha, la cirugía se llevó a cabo con éxito y sin complicaciones, por lo que el alcalde se encontraba en perfecto estado de salud.

Pero al parecer no fue un simple quiste.

Es algo mucho más delicado.